Y LA ODISEA DE HACER CINE CHILENO
Luego de convertirse en un verdadero fenómeno de taquilla en las salas de cine chilenas, la película documental Ojos Rojos ya pasó por el circuito de festivales en el 14° FIDOCS, el certamen de documentales más importantes del país, donde seleccionó. Viajó rumbo a competir en DOCS DF México, Montreal World Film Festival Canadá, International Football Film Festival en Alemania. Y hoy está en la competencia oficial del Seattle International Film Festival.
Tres son los realizadores de ésta exitosa cinta, pero en ésta ocasión habla uno de ellos, Juan Ignacio Sabatini.
Mientras las multisalas, los magnates dueños de los estudios y varios directores gringos saltan en una pata, el medio audiovisual chileno tiene que poner los pies en la tierra. Así lo intentan los directores de la película documental chilena Ojos Rojos que no sólo sigue los triunfos de la selección de Marcelo Bielsa. También muestra cómo los chilenos masticamos la derrota y nos volvemos locos con la efímera victoria. Ésta, la historia de tres jóvenes, que a punta de esfuerzo y pasión hicieron un seguimiento de seis años, a un proyecto: seguir a la Selección Chilena de Fútbol por el mundo. Conocieron a los jugadores y su entorno desde muy cerca, sus altas y bajas, y así, finalmente, con más de 250 horas de registro, recorriendo Sudamérica, México, España, Italia y Portugal, todo eso se transforma en Ojos Rojos, una película documental sobre fútbol y la pasión que desata en un país clasificar a un mundial. Un seguimiento a la selección chilena, donde los rasgos y matices que nos conforman como sociedad son reflejados tanto en la derrota y en la victoria, intentando responder qué misterio tiene este deporte que lo convierte en el más popular del mundo y porque tenían un sueño: documentar, al fin, un final feliz para el balompié chileno.
Luego de un exitoso pre estreno simultáneo realizado el lunes tres de mayo del 2010 en las ciudades de Antofagasta, Concepción y Puerto Montt, que un día después dio paso al multitudinario lanzamiento en cinco salas y con más de mil invitados en el Cinemark del Mall Plaza Vespucio en Santiago, Ojos Rojos entró a la cartelera nacional. Y hoy es el documental más visto del género en el cine chileno y éxito de taquilla a nivel nacional, ya que en sus primeras tres semanas de exhibición en salas fue visto por 103 mil espectadores. Una cifra que comprueba que el público chileno optó por ir al cine antes de descargar las copias ilegales que estaban circulando en Internet. Además cuando fue estrenada (con 28 copias) compitió junto a 15 películas chilenas que llevaron 351.243 espectadores, de los que 119.037 fueron a ver Ojos Rojos. Lo que reafirma que es el documental más taquillero del cine en su historia. Entonces, los seis años de registros que envuelve no son un mérito en sí mismo, sino un indicio de la fortaleza del proyecto. Este exitoso proceso de distribución de la película tuvo su génesis en el centro de post producción de la ciudad de Buenos Aires Metrovisión. La basta experiencia del laboratorio en proyectos independientes que forman parte del nuevo cine argentino se ajustaban de manera perfecta a las características de la película, "en cuanto al presupuesto que manejábamos y las expectativas de calidad de la copia 0. Trabajar con técnicos extranjeros no solo nos dio la posibilidad de conocer y aprender de un medio laboral más desarrollado que el nuestro, sino también nos permitió abordar el trabajo estético de post producción desde una perspectiva más objetiva", cuenta Sabatini. Para éste joven cineasta el éxito de Ojos Rojos no sólo tuvo que ver con su distribución sino también con las expectativas y la experiencia que generó en el público, “lo que más vi mientras el documental estuvo en cartelera fue a familias completas yendo a las salas a verla, o leer comentarios en distintas redes sociales de Internet como por ejemplo: ‘hace mucho que no voy al cine pero ésta voy a verla si o si con mi viejo’. Entonces generó discusión, generó un panorama familiar, que fue notable", confiesa emocionado Juan Ignacio.
Pese al éxito que tuvo la película documental; el joven director da por sentado que hoy en día es muy difícil que una película chilena sea un negocio rentable: “Uno generalmente sale de la sala con la película en las manos, debiéndole plata al inversionista y sin ninguna ley que norme el comportamiento de las distribuidoras. Entonces tu finalmente entras a competir a la par con las grandes compañías de distribución de películas como Warner y es muy injusto, porque nuestras campañas de marketing son más pequeñas. Compara Avatar con la campaña que tuvo La vida de los peces, es un chiste”, dice. Claro que reconoce que con Ojos Rojos, los auspiciadores se comportaron bastante bien aunque también tiene su justificación: “primero su temática, el fútbol, es un tema masivo y acarrea público y segundo, justo sale al mercado para el mundial de fútbol. Entonces del por qué aparecieron los auspiciadores, porque son caimanes que huelen la sangre. Pero quítale a Ojos Rojos un poco de oportunidad y ningún privado pesca. El mundo de los auspiciadores es un sucedáneo de los productores. Si yo voy a hacer una película, la plata para hacer película debería salir de la explotación de las películas pero como nuestro mercado no tiene plata porque es pequeño, tenemos que ir a buscar a otro lado, afuera de esta lógica, y ya eso es incorrecto. Lo normal es que exista un industrial que se dedique a las películas, entonces la plata viene del propio negocio y no necesita que venga de otro lado, esto demuestra la precariedad de nuestro mercado. Entonces qué hacemos: desviamos los proyectos para que a los auspiciadores les interese y inventamos una película de la radio del Rumpy como ‘Grado Tres’ que tiene sexo y le metemos promociones de condones adentro. No tiene nada de malo, es el ingenio de los chilenos, pero son caminos irregulares, y eso en Hollywood no pasa”.
Para estos jóvenes el proceso en general fue bastante duro, "de guerrilla básicamente porque, al igual que el ánimo de los hinchas, las ganas de invertir o colaborar en el proyecto dependía de los resultados. En este sentido, para mantener en pie la realización del documental fue fundamental que ambas administraciones de la ANFP, TVN en su momento y luego Canal 13, nos dieran su apoyo. Así como el gobierno con CORFO el 2006 y el Fondo de Fomento Audiovisual en el 2009. En la última etapa ingresó el sector privado con Entel PCS, que se transformó en el auspiciador oficial de la película. Gracias al respaldo de ellos la pudimos terminar y conseguir que otras empresas privadas se sumaran”, cuenta Sabatini. Y es categórico al decir que no podemos llamar industria a nuestra actividad cinematográfica. A su juicio la actividad audiovisual en Chile tiene algunos niveles industrializados y otros no, el del cine propiamente tal -según Sabatini- no esta industrializado porque no hay un circuito comercial que permita una producción regular, donde exista un mercado que le otorgue un dinero a la producción de una película y que luego ese dinero invertido retorne a lo que producen.
Los festivales han sido el camino por el cual Ojos Rojos ha sobrevivido; y parece que lo sigue haciendo, y cosechando éxitos. Ya se ha exhibido en multisalas comerciales de países como Argentina y México, ya que sus directores le tienen una compañía de distribución australiana -One Eye Films Distribution- que se dedica a vender la película por el mundo. Y hoy la película documental está mostrándose en la competencia oficial del Seattle International Film Festival llamándose Red Eyes: “Cuando Ojos Rojos pasa a ser Red Eyes es porque trasciende las fronteras”, dice contento Sabatini con respecto a su exhibición en Seattle. Es así como en la actualidad, y de acuerdo a la estrategia de distribución del proyecto con el objetivo de posicionar la película en el extranjero, mensualmente se envían postulaciones del documental a distintos festivales y mercados especializados alrededor del mundo.
Por Ana María Sabatini
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