Por: Italo Cicardini
Con una apuesta que se asoma en la telerealidad, "Santiago no es Chile" (Canal 13) estrenó su tercera temporada bajo la lógica del Bicentenario. Sin ir más lejos, los protagonistas vuelven a convertirse en personajes armados por las circunstancias y no en sujetos sociales que perciben con recelo la llegada de un "capitalino".
En su primer capítulo, el empresario Roberto Fantuzzi, es insertado (no llevado) a la zona de la Patagonia, donde vio contradicciones de sus intereses comerciales y la mirada de una mujer que le mostraba la magia del lugar. ¿Cultura? Más allá, no se trata de armar una programación cultural, sino de guiarla y poner en la parrilla una apuesta atractiva, donde no haya dudas de una producción intencionalmente escrita con aterioridad.
Lo establecido por el CNTV viene a refrescar una pantalla desgastada, que pasó de la entretención al ocio televisivo, de las entrevistas al medio día a micrófonos incoherentes y de estelares internacionales a estudios transformandos en circos. Un pequeño estímulo, que quiere volver a los orígenes educativos de la TV chilena y representar una progamación de calidad, en un contexto de celebración patria. Sin embargo, "Santiago no es Chile" sigue con la construcción de una imagen de un santiaguino frío, ignorante y prejuicioso, que más que trascender, lo transforma en un ideólogo de ideas destructivas.
¿Para qué ofrecer una programación "bicentenaria" sin quitar estigmas? Nadie quiere presumir una parrilla cultural, sino variedad progamática de calidad. Se busca entonces, que la telerealidad acerque principios y valores tradicionales, no intereses empresariales poco representativos, que se alejan de los propósitos iniciales de construir cultura en la TV.
jueves, 1 de julio de 2010
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