El Heavy Metal es under. Ni siquiera bandas internacionales y relativamente célebres dentro este género son tan famosas para una amplia parte de la población. Iron Maiden o Motörhead, son conocidas básicamente por sus conciertos. Rara vez los promocionan en las radios masivas o van a programas de televisión. Entonces, es fácil imaginarse la realidad de una banda metalera de un país de menos de veinte millones de personas y que está al extremo sur del mundo.
Enigma es una banda chilena de heavy metal, una de las más respetadas dentro del acotadísimo círculo nacional que sigue este tipo de música. Sin embargo, el guitarrista y uno de los fundadores de este grupo, es más conocido que Enigma entero. Es Álvaro Paci, un periodista de Canal 13, que acostumbramos a verlo en pantalla con corbata, pelo corto, y con tono pacífico presentándonos las principales noticias del día.
En esta entrevista, Álvaro Paci nos cuenta a través de su experiencia cómo funciona la industria musical underground en Chile.
¿Cómo se encuentra tu banda, la actualidad de la agrupación Enigma?
Está viviendo un momento bastante saludable. Tenemos un vocalista nuevo, que está con nosotros hace seis meses aproximadamente, que ya debutó en vivo y con súper buenas críticas. Estamos componiendo harto como siempre, ensayando con la periodicidad que nos permiten las pegas de cada uno —todos trabajamos, tenemos otras actividades también—, pero tenemos un ensayo semanal bien intenso, con harta composición nueva, experimentando distintas tendencias nuevas y siempre abiertos, no quedarse encasillados en el metal tan tradicional, tan estancados. Por lo menos yo trato de escuchar harta música, incluso distinta al metal.
¿Cuál es su principal vía de ingresos, la venta de discos, el Publishing o las tocatas?
Esto no es algo que se autofinancie. Cuando llega un integrante nuevo, siempre le digo que no vamos a ganar plata con esto, y ahí hago un ejercicio de realismo, les digo que el que vendió más discos en Chile el año pasado debe haber sido Américo o La Noche seguramente, el año anterior Luis Miguel, y son cifras que en otras latitudes serían irrisorias: 50 mil, 70 mil discos. En general las grandes bandas del circuito comercial aquí en Chile, o solistas, viven de las tocatas. Tengo amigos que tocan en bandas de más convocatoria y me dicen que lo principal siguen siendo las tocatas y el merchandising. Está cambiando absolutamente el modelo. Nosotros seguimos grabando —el último disco lo grabamos nosotros, con nuestra plata—, y a partir de los discos tú recuperas, no mucho más que eso, recuperas algo y esa misma plata la reinvertimos para el próximo disco y así, es como una rueda. Entra algo de plata por las tocatas, por las poleras y ese tipo de cosas, pero de verdad que es menor, al menos en el caso de nosotros, hablo por las bandas más under, de metal.
¿Dónde venden sus discos y cuál es su sistema de distribución?
Ahora lo hacemos con contactos que tenemos. Principalmente se venden más discos en regiones que en Santiago. Aquí en Santiago cuesta harto vender, pero ponte tú en el norte, en Antofagasta, Copiapó, hay gente que siempre nos está pidiendo; en el sur, en Puerto Montt, en Osorno, en Talca, Valdivia, Punta Arenas; y afuera también, en Argentina vendemos harto —harto para las proporciones nuestras—, en Perú, y en países que nos tenían sorprendidos porque no hablan en español, pero hartas veces nos han pedido de Alemania y de Japón, bueno es que los japoneses son bien rockeros, les debe resultar bien chistoso el heavy metal en español me imagino.
¿Cuántos discos han vendido?
En el último disco sacamos mil copias. Eso fue en 2008, y nos deben quedar unas 200 copias más o menos. Esto es lento, de goteo. Además cuesta que te paguen, cuesta cobrar, uno no viaja por todo Chile todos los días. Hay que tener harta confianza con la gente que distribuye en regiones, claro, de repente hay gente que no te paga nomás, pero esa es la de menos, afortunadamente.
¿Cómo reparten los porcentajes con el distribuidor?
Generalmente nosotros dejamos los discos con cierto precio, por darte una idea cuatro mil pesos, y él —disquerías— lo vende a seis mil pesos, por ejemplo. Es como ese el trato. Generalmente no nos subimos tanto porque lo que más nos interesa es que se distribuya la música. Además, hay que considerar la piratería, nosotros el año pasado estuvimos en Puerto Montt y los muchachos me mostraban el disco pirateado, y yo decía “qué es esto”. Yo calculaba, por lo menos ahí, que por cada disco original había cinco o seis pirateados, y lo mismo en Talca y en otras ciudades, hay mucha piratería y uno no va andar persiguiendo, no es la idea. Por lo menos lo que a mi me interesa, de verdad, más allá del negocio que yo sé que por ese lado no se va a sustentar, y no creo que ninguna banda de metal en Chile se sustente con eso, es que la música se extienda, se difunda y se escuche. Y por eso ya estamos explotando fórmulas nuevas, yo creo que ya hay que ver lo de las descargas por Internet, que todavía no es negocio tampoco, pero yo creo que por ahí va la mano en el futuro.
¿Les ha afectado o favorecido que sus canciones estén en Internet?
Siempre en este espíritu que te digo yo, que la idea es que seamos más conocidos. El disco anterior lo hicimos y a la semana ya estaba arriba. No me preguntes quién lo subió, no tengo idea, pero ya estaba en Megaupload y en todas esas páginas. Como te digo, empezar una persecución judicial es inviable para nosotros, y finalmente, porque para mi y para los miembros del grupo, nos interesa que sean cada vez más conocidas las canciones, porque eso va generando un círculo positivo, porque te llaman de regiones, de afuera, y eso finalmente es por lo que uno está. Yo al menos no estoy aquí para ganar plata, a mi me gusta componer, que la gente escuche las canciones, que las conozca, al menos ese es mi objetivo.
¿Qué cambios externos son los que más les ha afectado como banda, como por ejemplo censuras, problemas judiciales, etcétera?
Los cambios de hábitos. Por ejemplo, yo compro el disco de la música que me gusta, porque me gusta tener la carátula, reviso el arte, me gusta ver quién compuso, quién grabó, quién fue el productor. Pero eso es ya una rareza, ¿no?, la gente ahora compra muy pocos discos, porque los descarga. Y estar en contra de eso es poco realista, los tiempos no van a cambiar, no se va a volver a lo anterior, tal como no volvieron los vinilos —más allá de los coleccionistas—. Las cosas están así y hay que adecuarse a la realidad, que además me parece mucho más democrática. Cualquiera que tenga su banda puede grabar —Protools—, hay un montón de herramientas que son mucho más simples, y mucho más baratas. Es mucho más barato grabar ahora. Grabar nuestro disco nuevo nos salió un tercio menos que el que grabamos el 2000, el 97. Era mucho más caro antes, y la realidad era similar. Entonces esto es mucho más democrático, hay más gente tocando, más gente grabando y más gente escuchando. Me parece piola, no tengo problemas con eso.
¿Cuál es el equipo detrás de Enigma, hay managers, sonidistas, productores?
Ha pasado mucha gente, pero te diría que ahora estamos nosotros nomás. Nosotros con amigos antiguos, principalmente nos manejamos con bandas amigas, con los que hacemos tocatas juntos, nos invitamos de ciudad en ciudad. Y los que mueven mucho es la gente, la gente del sur, se movió mucho Puerto Montt, Talca también, personas a la que les gusta grupo se mueve para armar tocatas, juntan plata, se ordenan y ellos mismos la hacen.
El concepto de productor, yo creo que en Chile —por lo menos en este tipo de música— todavía está en pañales, no se consolidó. Cuesta encontrar a alguien que esté pensando todo el día en una banda, porque además, no es rentable. Hubo gente que vendió la pomada en los noventa, cuando decían “yo voy a poner a tu banda en España, en Alemania”, que sé yo. Primero, eso no lo puedes garantizar, y segundo, costaba mucha plata y no la tenían. Entonces los productores, y no tengo nada en contra de ellos ni de los sellos, pero en realidad demostraron que en el mejor de los casos, servían un poco para la distribución, no para mucho más.
¿Han trabajado con un sello, cómo fue su experiencia?
Lo más concreto fue en 1997, cuando grabamos Voces Disidentes, que es el primer LP. Ahí trabajamos con un sello que se llamaba Artaria, que se portó bastante bien, de hecho eran amigos de nosotros. Grabó y financió el disco, en ese tiempo eran cassettes, y la primera partida de esos cassettes, se vendió muy rápido y el sello recuperó la plata con eso. Ahí nosotros queríamos ya sacar CDs, y el sello fue súper realista. Nos dijo “ya estamos, tenemos la plata, ahí están los masters, háganlo ustedes”. Creo que fueron súper sinceros, y bueno, ese disco lo reeditamos nosotros después y se sigue vendiendo hasta el día de hoy. No fue mala la experiencia, pero en general el sueño del pibe, que tu banda esté ensayando, llegue un tipo y te diga yo te voy a grabar, te voy a producir, te voy a distribuir y tu vas a ganar plata con esto, yo hace tiempo deje de creer en eso.
¿Volverías a trabajar con un sello, es la línea que se debe seguir actualmente?
No lo descarto ni creo que esté obsoleto, pero creo que para la música que hacemos nosotros es difícil. En el mejor de los casos, un sello apostando en grande en una banda de metal en Chile puede vender cuánto, ¿diez mil copias?, en el mejor de los casos metiendo mucha plata. No es rentable, no es viable. Un sello internacional puede agarrar y sacar acá cinco mil copias, y en Europa, qué se yo, el resto. Yo soy bien realista, primero me proyecto en el mercado chileno, a lo más Argentina, Perú o a países que escuchen metal en español. Creo que la supervivencia y la continuidad pasa por eso, por seguir grabándonos a nosotros mismos, distribuyéndonos, y explorar bien cómo vienen los formatos. Quiero meterme bien en el tema de la descarga por Internet, cómo funciona eso. Una cosa es que esté el material, pero ver qué pasa después con los coros y esos temas, no son materias que yo domine, ni la banda tampoco. Entonces tenemos que meternos en ese mundo, en ese sistema, por ahí va la mano. De hecho no sé si el próximo disco lo vamos a sacar en concreto. Yo creo que sí, pero por una cosa romántica; pero si lo levas a la eficiencia, creo que lo mejor es grabar uno mismo —las técnicas están y cada vez son más baratas— y poner los temas en Internet, y de alguna forma tratar de ser lo más conocidos posible. Te insisto, en esa postura estamos, cada uno tiene sus pegas y no vamos a ganar plata con esto.
¿Han tenido problemas con los derechos de autor? ¿Han comercializado sus derechos?
Mira, hemos sido bien negligentes y hago el mea culpa ahí con ese tema. Recién hace un par de años nomás nos preocupamos con José, el baterista (el otro miembro fundador) —y que la mayoría de los temas los componemos entre los dos—, y tomamos conciencia de eso y empezamos a averiguar en la SCD y estamos en pleno proceso de eso. Nos aceptaron de la SCD, estamos inscribiendo los temas. Ahora en general, eso es un tema como de integridad, de darle respeto a lo que haces, es algo medio simbólico; además sirve si tienes las oportunidad de telonear a una banda grande que venga, que lleve a 30 mil o 40 mil personas, ahí te puede generar algún derecho importante.
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